La jirafa, uno de los animales más conocidos y queridos, y el animal más alto del mundo, es un herbívoro que sin duda llama la atención a simple vista.
Lo que más llama la atención de la anatomía de este animal, es la escasa longitud de su cuerpo en relación con la muy notable del cuerpo. Este desequilibro de proporciones se acentúa si tenemos en cuenta las patas, mucho más largas las delanteras que las traseras. Estas patas propinan coces capaces de matar a cualquier depredador. La jirafa es uno de los pocos rumiantes que nacen con cuernos.
El sentido mejor desarrollado de la jirafa es la vista, a pesar de que también poseen un oído y olfato muy agudos.
Al nacer, las crías suelen medir 1'90 y pesar 102 kg. En la edad adulta puede alcanzar una altura de unos 5'8 m de altura y su peso puede oscilar entre los 750 kg y 1500 kg.
Son animales exclusivamente ramoneadores, es decir, se alimentan de las ramas y hojas de las copas de los árboles. Las jirafas emplean una gran cantidad de tiempo en su alimentación, entre un 55% y un 43%.
Las hembras conciben por primera vez en su quinto año de vida, a pesar de que puede ser más tardía. Su gestación dura 15 meses y suele existir un intervalo de unos 20 meses entre nacimientos. Las jirafas tienen como longevidad máxima 25 años, así que suelen parir de normal unas 6-7 crías a lo largo de su vida.
Los machos no son territoriales, a pesar de que en la época de apareamiento se dan peleas brutales en las que los machos se golpean unos a otros con el cuello y muchos acaban lesionados.
Viven en grupos con una jerarquía de dominio estructurada y bien organizada. Cada individuo conoce su posición en la jerarquía y todo subordinado es expulsado o se les prohíbe la alimentación en puntos más atractivos o con más abundancia de comida.
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