Naturalismo, segunda parte. Experiencia como naturalista

Continuando con la primera parte y una vez terminado ya con los aspectos generales del naturalismo, hoy os contaré mi experiencia como naturalista y cómo tratar piezas en caso de que queramos convertirnos en coleccionistas de la naturaleza.
Primera parte: http://www.biovidamaia.com/p/naturalismo.html


-Plumas, ¿Qué nos cuentan? ¿Qué podemos aprender?

Lo cierto es que empecé a coleccionar plumas hace relativamente poco, pese a ello, creo que estoy alcanzando una diversidad en lo que a especies se refiere bastante interesante.
Es muy común ir paseando por la ciudad, por el campo, por el bosque.... Y encontrar plumas. Si eres un amante de la naturaleza, de los animales, del medio ambiente, tal vez te hayas planteado recogerlas para conservarlas, hacer un atrapasueños, un corcho de pesca, un collage... Cualquier cosa.
Siempre es ideal tener una guía de aves, o una breve lista de animales que nos podemos encontrar. También sirve conocer y leer sobre el entorno en el que te encuentras; el clima, la vegetación, la fauna que allí habita.... Son factores a conocer muy importantes.

En mi caso tengo una guía de aves de Aragón, aplicable también a otras comunidades como Navarra, puesto que al ser tan próximas y con un clima similar, las especies varían poco. Cuenta con más de 1500 especies, cada página dedicada a un ave, con dibujos y fotografías prácticas, así como una descripción de las características del ave y zonas donde es más fácil avistarlo.






En mi caso esta guía me ha ayudado muchísimo a la hora de reconocer determinadas especies de mi colección. Internet también ayuda bastante a la hora de cotejar. Yo por ejemplo, uso la pluma y la guía primero, apunto todas las especies que crea que puedan corresponderse y luego las cotejo con fotografías de internet. 


Esta fue la primera pluma que encontré y recogí, además de ser la que mayor tamaño tiene. También fue la que más me costó identificar. 
Por su tamaño, obviamente tiene que ser una pluma de depredador o carroñero. Aquí hay un lago, así que podría tratarse de la pluma de un águila, un azor, un aguilucho, un halcón o algún tipo de buitre u otro carroñero. Tras compararla con aves, tuve unas posibles 30 especies de la guía, que tras unos cuantos días cotejándolas con imágenes de internet, determiné que esta pluma se trata de una pluma de vuelo de un Buitre Leonado.



Esta pluma no costó nada de identificar, se trata de una puma de vuelo de una tórtola turca. En este caso lo tuve claro desde un principio, puesto que en la zona en la que fue recogida, es el pájaro que más abunda. Un gran ejemplo de que conocer la zona en la que nos encontramos y su fauna, ya no estudiando sino observando tras dar un paseo, nos puede resultar de gran ayuda.




Siguiendo por la línea de aves comunes, estas plumas son de paloma bavría, la paloma más común del planeta. Fueron recogidas en un núcleo urbano y tampoco necesitaron grandes trabajos de identificación. Son una pluma de vuelo (izquierda) y una de la cola (derecha).


Estas plumas también fueron recogidas en un núcleo urbano, y al principio tuve muchas dudas de ellas. Por el color, sospeché de dos especies: Urraca y cuervo. Tras cotejar mis plumas con imágenes de internet, descubrí que son plumas de urraca, plumas de vuelo nuevamente. La razón de que sepa que nos son de cuervo porque sus plumas tienen tonalidades marrones, mientras que las de urraca tienen tonalidades más verdosas, aspecto que se da en mis dos plumas.


Esta sin duda es una pluma muy peculiar y de mucha belleza. Al principio me dejó desconcertada, pues nunca había visto ninguna así. Más aún fue mi sorpresa cuando abrí mi guía de aves para ver si alguna se parecía.... Y la guía se abrió casualmente en la página de la abubilla, ave a la que pertenece esta pluma. Fue una casualidad bastante curiosa la que me permitió identificar esta pluma.




Para finalizar, las plumas de menor tamaño que poseo. Son plumas tricolor, blancas, negras y amarillas. Ya sólo por su tamaño podemos descartar las aves más grandes. Por su tamaño podemos comenzar a dirigir nuestra búsqueda a aves más pequeñas, y así fue como di con los propietarios de estas plumas tan diminutas y delicadas; los jilgueros. De este animal también poseo un nido que me regalaron y unos trozos de cáscara de huevo. 


Las cosas a tener en cuenta cuando coleccionamos plumas es que son delicadas, que si queremos conservarlas con buen aspecto debemos procurar no despeinarlas y que siempre se conservarán mejor en un portafolios o dentro de un libro, donde estén menos expuestas al polvo y los ácaros. Y que si queremos recoger nidos, no debemos cogerlos, bajo ninguna circunstancia de un árbol. Aunque no tenga huevos en ese momento. Muchas aves usan los mismos nidos toda su vida, regresando a él temporada tras temporada. Hay aves incluso, que si su nido es destruido, no vuelven a criar.

-Huesos, ¿Cómo tratarlos? ¿Cómo aprender de ellos? ¿Cuál es su historia?

Hace cosa de unos meses, encontré un hueso en mitad del campo, al lado de un río. Me lo llevé a casa, lo limpié y tras investigar un poco descubrí que se trataba de la tibia de una vaca. Con un acto tan casual, empezó lo que sería una de las mejores experiencias y trabajos de mi vida. Inmediatamente surgieron teorías y curiosidad en mi cabeza, ¿Qué hacía ahí el hueso de una vaca, sin ningún resto de carne? Pensé que al haber encontrado ese hueso aislado, tal vez alguien hubiese preparado una barbacoa, pero ¿Con una tibia? De ser así, ¿Por qué no estaba el hueso ennegrecido?
Pensé que tal vez y sólo tal vez, el animal hubiese muerto allí. En cuyo caso, debería encontrar más huesos. En otra excursión a ese mismo lugar, decidí poner en práctica mi teoría y me puse a buscar indicios de que un animal pudiese haber muerto allí. Inmediatamente recibí resultados y empecé a encontrar y a desenterrar huesos. Lo primero que encontré fueron algunas costillas. Os estoy hablando de un entorno con muchísimos cantos rodados y piedras claras, así como mucha vegetación por el río. ¿Cómo identificar en ese entorno los huesos? Los huesos no tienen el mismo color que las piedras, a pesar de ser cantos rodados de color muy claro, se apreciaba a simple vista la diferencia, el hueso era visiblemente más blanco, el sol brillaba mucho sobre ellos.

En total saqué de allí de 20 a 40 huesos todos pertenecientes al mismo animal. Entre ellos encontré la tibia de la otra pata, ésta partida en dos. Saqué por lo menos el costillar completo y gran parte de las vértebras. Ambos omóplatos, también partidos. Los huesos estaban desperdigados en un radio bastante amplio y ninguno contaba con su articulación original. Además de que, todos ellos presentan fracturas, no había dos huesos juntos. De todo estoy se puede sacar muchísima información que hoy os diré cómo interpretar.
Lo primero de todo: Los huesos fueron hallados sin resto de carne alguno. Esto es un claro indicio de que hace tiempo que el animal murió. El grado de descomposición del animal sugiere que lleva entre uno y dos años muerto.
Esto facilita bastante su recogida y su posterior limpieza, así como una posible datación de la muerte.

Segundo: Es imposible determinar dónde murió el animal exactamente, es decir: Dónde cayó el cuerpo. Esto se debe a cómo se encontraron los huesos: Totalmente desarticulados y desperdigados en un radio de varios metros. Esto es una pregunta fácil de responder, pero para ello tenemos que conocer un poco de la zona en la que hemos encontrado los huesos. La fauna de ese entorno es principalmente formada por depredadores y carroñeros. Hay una gran cantidad de buitres, quebrantahuesos, zorros, tejones, ratones y ratas, etc. Para encontrar unos huesos tan limpios como los que ahora mostraré, tan desperdigados y desarticulados, con esa cantidad de fracturas, los agentes externos (clima y carroñeros) han debido actuar una gran cantidad de tiempo. Muchos animales carroñeros no sólo se alimentan de la carne en putrefacción, sino del tuétano que se encuentra dentro de los huesos. Esto podría explicar por qué faltan partes del esqueleto del animal y por qué huesos como los omóplatos estaban hechos pedazos.
Sabemos que para alcanzar ese grado de putrefacción, la vaca tuvo que morir hace uno o dos años. Sin embargo, teniendo en cuenta la clara acción de los carroñeros, la muerte podría datarse entre dos y cinco años atrás, aproximadamente.
Todo eso se saca de la zona y de los huesos sin limpiar. Pasemos ahora a la parte ''táctil'' del trabajo. La limpieza y estudio de los huesos en sí. Recalco en este punto que el estudio de los huesos aún está incompleto.
Para la limpieza de los huesos hay que tener muchas cosas en cuenta. Es un proceso sencillo si se conoce. En internet hay muchos artículos sobre el tema que a mí me han ayudado, puesto que desconocía el proceso que a continuación describiré brevemente.

Lo primero, y más importante: ¿El hueso tiene carne o tejidos aún adheridos? Si es así, no podemos limpiarlos sin más, y tendremos que realizar un proceso de maceración. La maceración en huesos consiste en dos pasos sencillos, uno muy necesario, el otro opcional, ahora hablaremos sobre ello. Si el hueso aún contiene esos restos en putrefacción, hay que sumergirlo en agua y SÓLO en agua. Se sumergen varios días en agua, cambiándola cuando está muy sucia y el olor es insoportable. JAMÁS usar lejía u otros productos químicos. Pueden corromper el hueso y estropearlo totalmente y lo más peligroso: Algunos componentes químicos en contacto con carne en putrefacción puede crear gases nocivos para la salud. La carne se irá descomponiendo sola gracias a las bacterias presentes en el agua. Es un proceso del todo natural, no por ello demasiado agradable debido al olor. Recomiendo personalmente el uso de guantes para este proceso en los cambios de agua.
Cuando el agua deja de oler mal y sale limpia, es cuando el proceso ha terminado. Lo más seguro es que ya apenas quede rastro alguno de carne.
Si por el contrario, habéis encontrado los huesos ya sin carne, como es mi caso, el trabajo es mucho más agradable e incluso divertido.
Cepillo de dientes y agua fría. Frotar con el cepillo de dientes el hueso para sacar tierra, musgo, algas y limpiar bacterias que pueda haber.
El hueso queda considerablemente más limpio y el cambio es muy, muy notable.

Aquí entra en juego la segunda parte de la maceración, yo sólo la he usado una vez y no me ha gustado el resultado, probablemente porque lo hice mal. Podemos hacer que nuestro hueso se vuelva más blanco sumergiéndolo en agua oxigenada durante algún tiempo. Es un proceso que es recomendable vigilar. Lo usé con un diente de jabalí que poseo que estaba muy usado, marrón y amarillento y sí, lo aclaró, pero el diente sufrió daños debido a su estado original. Además el material del diente pudo contribuir a su deterioro.

Una vez los huesos están limpios, ya se pueden disfrutar como se desee. Particularmente, los estudio. Siguiendo este proceso: Fotografía a simple vista, Fotografía al detalle, lupa y a poder ser microscopio. Intento determinar si algunas de las microfracturas o fisuras de los huesos son pre o peri mortem. Además de examinar a fondo las marcas dejadas por venas y arterias.

Aquí el trabajo realizado:

-Fotografía a simple vista.

Tibia

Vértebras




Costilla flotante



-Fotografía al detalle













Para identificar a un animal por sus huesos, en caso de no tener el cráneo, se puede saber fácilmente conociendo la fauna de la zona, examinando el tamaño de las vértebras, costillas y huesos de las patas para aproximar el tamaño del animal y así deducir, más o menos su especie. Además, con el tamaño de las patas puede aproximarse su altura.
Para limpiar un hueso sin carne, basta con un cepillo de dientes viejo y agua. Gracias a la coloración del hueso podemos suponer su edad, pese a no tener una datación exacta.







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